Petty Vengeance III: Cosmos in a Cup | Pequeñas venganzas III: El infinito en una taza
On the powerful politics that govern office cork boards | Sobre la política poderosa que gobierna la cartelera de corcho de oficina. La traducción al español sigue el orginal.
Petty Vengeance III: Cosmos in a Cup
On the powerful politics that govern office cork boards
Ten days ago, the New Administrative Assistant put up a poster advertising the grand opening of her sister’s cat café on the bulletin board that hangs between offices 518 and 519. “Free matcha lattes for the first 100 customers,” it said. “Free cat cuddles for all the rest.” Within two hours, the poster was nowhere to be found.
Confused, the New Administrative Assistant poked her head into offices 518, 519, 520, and 521 for good measure. No one had seen the poster, no one had even noticed the bulletin board, really. Having lost her yellow thumbtacks along with the poster, the New Administration Assistant procured the company forest green variety of thumb tack from the Central Office on the third floor and put the poster back up, this time away from any edges. She headed into a meeting filled with unknowable acronyms, and then to lunch. On her way back to her office, she was brought to a halt by the conspicuous void on the bulletin board.
She marched into offices 518, 519, 520, and 521 for good measure. No one had seen anything. Fuming, she returned to her desk. About to press “Archive” on an e-mail thread in which eight people had “Replied All,” she was distracted by a presence at the door.
“Heeeeey,” said the Tall Guy from R&D
“Hi,” she replied, whacking down yet another torrent of “Reply All’s.”
“I know where your poster went,” said Tall Guy from R&D, examining his cuticles.
The New administrative Assistant looked up.
“What do you know?”
“I know what I overheard at the photocopier on the third floor. Martha from Central mentioned taking down a poster earlier because it wasn’t up to code.”
“To code?”
“Yeah, yeah…” Tall Guy from R&D moved onto examining his nails now. “Something about inappropriate thumb tack color…”
“But I changed them, she was the one that gave me forest green ones!”
“Riiight, right. Yeah, she also doesn’t like cats. Says they’re devious, up to no good.”
The New Administrative Assistant looked up, her mouth hanging open.
“I know, I know,” Tall Guy from R&D sighed, depleting all air from his lungs. “She’s an odd bird. She’s also a bit cuckoo about the mugs in the kitchenette…Anyway.”
With a raise of his eyebrows, Tall Guy from R&D disappeared.
New Administrative Assistant festered at her seat, watching new “Reply All’s” pop up. She swivelled back and forth in her chair, staring without seeing, until a reminder for the “Marking Friends at Work Seminar” snapped her back to the fluorescent lighting and off-white walls.
During the “Marking Friends at Work Seminar” , the New Administrative Assistant hid behind her coffee mug and stared at Martha from Central, hoping to catch a glimpse of the monster within. A few seats down, Tall Guy from R&D gave the New Administrative Assistant a warning look. She returned to the seminar, which had moved onto to a diagram of concentric circles that reassured the audience that varying degrees of closeness with people in their lives is A-OK.
The seminar ended, feedback surveys were sent out, and the New Administrative Assistant headed to the kitchenette to wash out her mug. She arrived at the sink and contemplated the remaining inch of dark liquid, swirling it around. Instead opening the tap, she returned to her office, and opened the still-empty bottom drawer, placing the mug inside. She locked the drawer and placed the key in her wallet.
Ten days have passed since then. The grand opening of the cat café has come and gone, but the slight has not been forgotten. Today, the New Administrative Assistant commutes early and arrives before the doors open. She uses her ID Card to get in, and heads straight for the drawer. She extracts the key from its hiding place in her wallet, relishing the moment. She unlocks the drawer, pulls it open, and oversees that from the inch of tar liquid, a microcosm, wondrous and proliferate, has sprung. Clusters of white cotton and shades of calming green have appeared, theogony in a cup, her apotheosis into Gaia complete. She reaches down like a baker retrieving a soufflé. She walks out to the kitchenette and places the mug back down, next to the microwave, in not too obvious a place. Back in her office, she opens up her daily tasks, and awaits impact.
She doesn’t have to wait long. At 9:12 AM a gasp cuts through the stale air. A sudden flurry of movement and excitement and, before long, Martha from Central appears, wearing forest green latex gloves, holding the mug out, her elbows locked. She asks the New Administrative Assistant if the mug belongs to her. The New Administrative Assistant gives a flat smile and shakes her head twice.
The New Administrative Assistant hears Martha from Central walk down the hallway, asking the same questions in every office, with increasing irritation. Her voice grows shrill and quiet as she visits rooms 518, 519, 520, and 521, 522, and 523 for good measure. By the sound of it, no one has seen anything.
Pequeñas venganzas III: el infinito en una taza
Sobre la política que gobierna la cartelera de corcho de oficina
Hace diez días, la Nueva Asistente Administrativa colgó un póster anunciando la gran inauguración del café gatuno de su hermana en la cartelera de corcho entre las oficinas 518 y 519. “Se ofrecen lattes de Matcha gratis para los primeros 100 clientes”, decía. “Mimos gatunos para todos los demás”. En menos de dos horas, el póster desapareció.
Confundida, la Nueva Asistente Administrativa asomó la cabeza en las oficinas 518, 519, 520 y por las dudas, en la 521. Nadie había visto el póster; de hecho, nadie se había percatado de la cartelera de corcho. Como sus tachuelas amarillas desaparecieron junto con el póster, la Nueva Asistente Administrativa consiguió tachuelas verdes de la oficina central del tercer piso. Volvió a colgar el póster, esta vez lejos de los bordes, por si acaso. Luego asistió una reunión llena de acrónimos incomprensibles y más tarde almorzó. Al regresar a su oficina, se topó con un conspicuo vacío en la cartelera de corcho.
Marchó directamente hacia las oficinas 518, 519, 520 y la 521, por las dudas. Nadie vio nada. Furiosa, regresó a su escritorio. A punto de archivar un hilo de correos electrónicos donde ocho personas le dieron al “Responder a todos”, la interrumpió una presencia en la puerta.
—Bueeeeenas —dijo el Chico Alto de I+D.
—Hola —respondió ella, archivando otra oleada de “Responder a todos”.
—Sé dónde terminó tu póster —dijo el Chico Alto de I+D, examinando las cutículas.
La Nueva Asistente Administrativa levantó la vista.
—¿Qué sabés?
—Sé lo que oí junto a la fotocopiadora del tercer piso. Martha de Central mencionó haber reciclado un póster que no cumplía con las normas.
—¿Qué normas?
—No sé bien, dijo algo sobre el color inaceptable de las tachas…
—¡Si las cambié! ¡Fue ella la que me dio las tachas verdes!
—Sep, pero también comentó que no le gustan los gatos. Que parece que siempre están tramando algo.
La Nueva Asistente Administrativa lo miró boquiabierta.
—Ya sé, ya sé —suspiró el Chico Alto de I+D, soltando todo el aire de sus pulmones—. Es un poco rara. También es bastante obsesiva con las tazas de la cocina… En fin.
Con un levantamiento de cejas, el Chico Alto de I+D desapareció.
La Nueva Asistente Administrativa se quedó en su asiento, hirviendo de rabia. Giró de un lado a otro en su silla, mirando sin ver, hasta que un recordatorio del “Taller para promover la amistad en el trabajo” la devolvió a las paredes blanco hueso iluminadas por fluorescentes.
Durante el taller, se escondió detrás de su taza de café y miró a Martha de Central, esperando ver un atisbo del monstruo interior. Unos asientos más allá, el Chico Alto de I+D le lanzó una mirada de advertencia. Ella devolvió la atención al taller, en el que habían pasado a un diagrama de círculos concéntricos que aseguraba al público que tener distintos niveles de cercanía con las personas en sus vidas era perfectamente aceptable.
El seminario terminó, se enviaron encuestas de feedback y la Nueva Asistente Administrativa se dirigió a la cocina para lavar su taza. Al llegar la pileta, contempló el último trago de líquido oscuro e hizo girar lentamente en la taza. En lugar de abrir la canilla, regresó a su oficina, abrió el cajón inferior vacío y colocó la taza adentro. Cerró el cajón con llave y la guardó en su billetera.
Han pasado diez días desde entonces. La gran inauguración del café de gatos llegó y pasó, pero lo sucedido no se ha olvidado. Hoy, la Nueva Asistente Administrativa madruga y llega antes de que abran las puertas. Usa la tarjeta de identificación para entrar y se dirige directamente al cajón. Extrae la llave de su escondite en la billetera, disfrutando el momento. Abre el cajón, lo abre y contempla que, de esos pocos centrímetos de líquido negro, ha surgido un microcosmos, maravilloso y prolífico. Esferas de algodón blanco y tonos de un verde apaciguante han aparecido, una teogonía en una taza, su apoteosis como Gaia completa. Se inclina como una panadera sacando un soufflé del horno y extrae la taza. Se dirige hacia la cocina y coloca la taza junto al microondas, el lugar no puede ser muy obvio. De vuelta en su oficina, abre sus tareas diarias y espera el impacto.
No tiene que esperar mucho. A las 9:12, un grito ahogado corta el aire estancado. Un repentino alboroto y, antes de mucho tiempo, Martha de la Central aparece, usando guantes de látex verdes, sosteniendo la taza con los codos rígidos. Le pregunta a la Nueva Asistente Administrativa si la taza le pertenece. La Nueva Asistente Administrativa sonríe con indiferencia y niega dos veces con la cabeza.
La Nueva Asistente Administrativa oye a Martha de Central caminar por el pasillo, preguntando lo mismo en cada oficina, traicionando cada vez más irritación. Su voz se vuelve aguda y luego se atenúa mientras visita las oficinas 518, 519, 520, 521, y también las 522 y 523, por si acaso. Parece que nadie ha visto nada.
"hoping to catch a glimpse of the monster within" ;p
"She returned to the seminar, which had moved onto to a diagram of concentric circles that reassured the audience that varying degrees of closeness with people in their lives is A-OK." CAN YOU IMAGINE
PS loved the souffle line.
An office culture best described by the word "JOY".