La dueña de casa | The Lady of the House
Microrrelatos sobre la cotidianidad con perro. Micro-narratives about life with dogs. English translation follows the original.
La dueña de casa
Microrrelatos sobre la cotidianidad con perro
I
Algo está mal. Oigo silencio y luego el tic tic tic de cuatro pezuñas escapando con un botín. Encuentro a Natto bajo la cama con su perdición, un rollo virgen de papel higiénico. Llego tarde, un popurrí insulso cubre los cavernosos ángulos del cuarto. La retribución kármica de Natto llega en forma de aspiradora.
II
Llego del trabajo. Los pantalones me aprietan, los zapatos también y en el subte me tocó oír las eclécticas preferencias musicales de otro. Hay pan en el freezer y jamón crudo en la heladera. Saco los ingredientes, Natto se relame y me tropieza, pasando entre mis piernas con cada paso que tomo. Tuesto el pan, espero el brillo del jamón. Corto el sándwich por la mitad, me siento en el sofá. Natto se desmaterializa en la cocina para reaparecer sobre el sofá. Su hocico recrimina la presencia de jamón prohibido, estira su cuello entre mis rodillas. Exhausta, uso una regla de 30 cm como extensión del brazo, manteniendo a Natto a distancia. Como todo el sándwich así, con la mano extendida en el aire.
III
Natto comienza a malacostumbrarse. Discierne, según el sonido del paquete, si se trata de queso barato o de queso importado. El barato no merita más que una breve fluctuación de oreja. Con el importado, particularmente el brie o el emmental, basta el más mínimo roce del envoltorio para que ella se manifieste, optimista, en la cocina.
IV
Natto ya no se distingue por su independencia. Basta que una cierre la puerta del baño para oír 2 o 3 golpes de pezuñas ofendidas. Toma carrera, alcanza los 40 km/hr de velocidad, el impacto es devastador. La puerta queda abierta, yo expuesta. Se sienta a mis pies e insiste en mantener un incómodo contacto visual.
V
Desenrollo el tapetito de yoga, luego lleno la botella de agua. Al volver, encuentro que Natto ocupa más del 75% del rectángulo. Sin energía para batallas, hago mis ejercicios sobre el piso de madera.
VI
Entusiasmada con mis fermentos de masa madre para el pan, descubro que otras especies también fermentan. Los perros, por ejemplo, entierran huesos para poder digerirlos mejor. Observo que Natto suele posicionar sus huesos para los dientes sobre el piso de madera, y luego sentarse a observarlos por varias horas antes de comerlo. Su fermentación frustrada me conmueve.
VII
Entramos en un ascensor. Entra la vecina de al lado. Nunca habla la mujer, más de 95 años tiene seguro. Hace un gesto hacia Natto. Asumo que le tiene miedo; tiro de la correa de Natto para arrimarla. La mujer continúa su gesto con la mano, sube y baja, la palma hacia el piso. Alzo a Natto, la mujer continúa el gesto hasta lograr contacto con la cabeza perruna. Le sonríe a Natto, aún en brazos, y esperamos hasta llegar a la planta baja.
The Lady of the House
Micro-narratives about life with dogs
I
Something's wrong. I hear silence, followed by the tic-tic-tic of four paws fleeing with loot. I find Natto under the bed with her undoing: a pristine roll of toilet paper. I'm too late; a bland confetti blankets the cavernous angles of the room. Natto's karmic retribution arrives in the form of the vacuum cleaner.
II
I get home from work. My pants are too tight, my shoes pinch, and on the subway, I had to endure someone else's eclectic musical preferences. There's bread in the freezer and prosciutto in the fridge. I take out the ingredients. Natto licks her lips, tripping me up as she weaves between my legs with every step I take. I toast the bread, wait for the meat to glisten. I cut the sandwich in half and sit on the couch. Natto vanishes from the kitchen only to reappear on the couch. Her snout protests the presence of forbidden ham, stretching her neck between my knees to get closer to the food. Exhausted, I employ a 30 cm ruler as an arm extension, keeping Natto at bay. I eat the entire sandwich with my arm stretched out in the air.
III
Natto might be spoiled. She can discern, based on the sound of the package, whether we’re opening cheap cheese or imported cheese. The cheap kind earns no more than a slight ear twitch. But with the imported cheese, especially brie or emmental, even the faintest rustle of the wrapper is enough for her to materialize, optimistic, in the kitchen.
IV
Natto can no longer be called independent. Closing the bathroom door prompts 2 or 3 offended paw strokes on the wood. She gets a running start, reaching speeds of 40 km/h, and the impact is devastating. The door swings open, leaving me exposed. She sits at my feet, determined to maintain uncomfortable eye contact.
V
I unroll the yoga mat, then go to fill my water bottle. When I return, Natto has claimed more than 75% of the rectangle. Too tired for battle, I do my exercises on the hardwood floor.
VI
Excited about my sourdough progress, I discover that other species ferment too. Dogs, for instance, bury bones to make them easier to digest. I notice that Natto often places her bones on the hardwood floor and then sits to watch them for hours before eating them. Her thwarted fermentation attempts move me deeply.
VII
We step into an elevator, the next-door neighbour gets in also. She never speaks—she has to be over 95 years old. She gestures toward Natto. I assume she's afraid of her, so I pull Natto's leash to keep her close. The woman keeps gesturing with her hand, moving it up and down, palm facing the floor. I pick Natto up, and the woman continues the gesture until her hand meets the pup’s head. She smiles at Natto, who is still in my arms, and we wait together until we reach the ground floor.
I really really love this.