Comunicación familiar | Family Communication
Enredos de cada semana | Weekly entanglements. English translation follows the original.
Comunicación familiar
Enredos de cada semana
Cada miembro de mi familia tiene su rutina de sábado por la mañana. Yo salgo a pasear a Natto, mi padre corta el césped o poda alguna planta. Mi madre hace gimnasia, mi tía prepara delicias macrobióticas, mi hermano va con la novia a alguna nueva destinación tejana, mi tío se dedica a la carpintería, y así sucesivamente. El hecho que cada uno, desde su rincón y huso horario canadiense, estadounidense, o argentino se encuentre desocupado al mismo tiempo, el mismo día de cada semana desencadena una problemática comunicativa que lleva hasta el viernes de la semana siguiente desanudar.
No he desarrollado método aún para descubrir con precisión de dónde nace el problema cada semana, pero mi intuición me guía hacia dos posibles responsables: o mi padre, o yo. A pesar de años de meditación por parte de él, y un consumo reducido de la cafeína por parte mía, ninguno de los dos tolera actividades de bajo estímulo. Esto decanta en que, antes de yo salir por la puerta de atrás del edificio, ni él sacar afuera la podadora, comencemos a marcar números hasta que alguien atienda. Lo que sigue es una posible combinación de eventos desencadenados gracias al protocolo de los susodichos miembros de la familia Cruz:
Mi padre me llama, aún estoy poniéndole el arnés a Natto para salir, no atiendo.
Mi padre llama a mi hermano, mi hermano aún está subiéndose al auto, no atiende.
Veo una llamada perdida por parte de mi padre al salir del edificio, marco para devolver la llamada, mi padre no atiende.
Mi padre llama a mi tía, que sí atiende.
Yo llamo a mi madre, para ver si está mi padre, cuya llamada perdí. Ella grita por la casa hasta toparse con él, y me indica que sí, está, pero erróneamente identifica el receptor de la llamada como mi tío.
No pienso salir a caminar a Natto sin compañía telefónica, y calculo que si mi padre y mi tío están ocupados, puedo llamar a mi tía. Marco el número, tono ocupado. Mi tía me manda un mensaje—está hablando con mi padre. Maldiciendo el infernal juego de teléfono roto, llamo a mi hermano.
Mi hermano, su pareja, y sus dos perros están en el auto. Listo para devolverle el llamado a mi padre, espera hasta oír el tono ocupado.
Aún parada fuera del edificio, con Natto que tironea para que ponga un pie frente al otro, llamo de vuelta a mi madre. Tono ocupado, está hablando con mi hermano.
Pongo un podcast de desarrollo personal, pero el aleteo vocal de la mujer me enerva y me resigno a caminar en silencio. Natto y yo cubrimos varias cuadras, parando cada tanto para que ella husmee con atención erudita cada última baldosa fuera de lugar. Recibo una llamada. Mi madre, contándome que mi hermano llegó a su destino antes de lo pensado. Me cuenta que subió las pesas de su ejercicio, y que si quiero que me pase algunos vídeos de stretching que siempre ando con contractura. Me preparo para debatir el tema cuando escucho el BEEP BEEP de una llamada entrante. Miro el teléfono, mi padre. Lo mando al contestador automático. Vuelvo al tema del stretching, me interrumpe nuevamente un BEEP BEEP, esta vez mi tía. Intento contestarle, pero solo logro mandar un “Efstoy gabladno con mana” porque Natto tironea de la correa varias veces, queriendo saludar un caniche.
Vuelvo a casa, aun hablando con mi madre. Gyan se acerca para saludar. Nota el aire de tensión que me acompaña, me ve mirando el teléfono, se acuerda que es sábado. Toma a Natto y se aleja.
Marco nuevamente el número de mi padre, señal ocupada. Instantáneamente me llega un mensaje por parte de mi madre: “Está hablando con Armando”. Mi padre ha introducido nuevas variables a la ecuación. Si está hablando con su amigo Armando seguro que luego llama Fabián, y ahí tiene tiempo para podar, cortar el césped, limpiar la canaleta, y comenzar una nueva ronda de fermentos. Después de eso saldrá con mamá a pasear, por lo que lo llamaré el lunes. No, el lunes tengo tango, le devuelvo la llamada el martes, mejor.
Intento con mi tía, pero me levanta el tubo solo para decirme que está con amigas, ¿puede más tarde? Le digo que no, que más tarde Gyan y yo nos vemos con amigos, mejor el lunes. No, perdón, el martes. Digo, el miércoles. Sí o sí el miércoles.
Luego de poner la casa en orden y de aspirar una masa de pelo que equivale a dos Nattos, comienzo a prepararme para una reunión con amigos. Salgo de la ducha y veo una llamada perdida de mi hermano. Lo llamo de vuelta, y antes de preguntarle si es urgente me atiende con el “hooooooola” de una persona que no tiene absolutamente nada que hacer. Antes que llegue a la sílaba atona de su saludo le indico que no, no tengo tiempo para hablar, que el jueves tengo tango así que mejor lo llamo el viernes.
Dicen que tomar conciencia de un problema el primer paso para solucionarlo. Dejo este escrito como registro de dicho logro. Veremos qué tal este sábado que viene.
Family Communication
Weekly Entanglements
Every member of my family has their Saturday morning routine. I take Natto for a walk, my father mows the lawn or prunes the garden. My mother exercises, my aunt prepares microbiotic delicacies, my brother explores new Texan destinations with his fiancé, my uncle does carpentry, and so on. The fact that each of us, from our respective corners and time zones in Canada, the U.S., or Argentina, is free at the same time, on the same day each week, triggers a communication complication that takes until the next Friday to untangle.
I haven’t quite figured out where the problem arises each week, but my intuition points to two possible culprits: either my father or me. Despite his years of meditation, and my reduced caffeine intake, neither of us tolerates low-stimulation activities. This results in both of us, either before I head out the back door of my building or he sets up the mower, dialing numbers until someone picks up. What follows is a possible combination of events triggered by the protocol of the aforementioned members of the Cruz family:
My father calls me, I'm still putting the harness on Natto to go out, I don't pick up.
My father calls my brother, my brother is still getting in the car, he doesn’t pick up.
I see a missed call from my father as I leave the building and call him back, but he doesn’t pick up.
My father calls my aunt, and she answers.
I call my mother to see if my father is around, since I missed his call. She yells through the house until she finds him, and tells me yes, he’s there, but mistakenly identifies the receiver of my father’s call as my uncle.
I don't want to walk Natto without telephonic company, so I figure if my father and uncle are busy, I can call my aunt. I dial her number, busy tone. My aunt texts me that she's talking to my father. Cursing the infernal game of broken telephone, I call my brother.
My brother, his fiancé, and their two dogs are in the car, ready to return my father's call, but all they get is a busy tone.
Still standing outside the building, with Natto starting to demand that I put one foot in front of the other, I call my mother again. Busy tone, she's now talking to my brother.
I put on a personal development podcast, but the vocal fry of the woman annoys me, so I resign myself to walking in silence. Natto and I cover several blocks, stopping every now and then so she can sniff every misplaced tile with a scholar’s attention. I get a call. My mother, telling me that my brother arrived at his destination earlier than expected. She tells me she increased her weights during her workout and asks if I want her to send me some stretching videos since I’m always complaining about my neck. I prepare to debate the topic when I hear the BEEP BEEP of an incoming call. I glance at the phone, it’s my father. I send it to voicemail. I return to the topic of stretching but am interrupted again by a BEEP BEEP, this time it's my aunt. I try to answer her but only manage to send a garbled “IBM talin to mob” because Natto tugs at the leash several times, eager to greet a poodle.
I get home, still talking to my mother. Gyan comes over to greet me, but he notices the tension in the air, sees me looking at my phone, remembers it’s Saturday, and takes Natto to walk away.
I dial my father's number again, busy tone. Instantly I get a message from my mother: “He’s talking to Armando.” My father has introduced new variables into the equation. If he’s talking to his friend Armando, he’ll definitely call Fabián next, and then he’ll have time to prune, mow the lawn, clean the gutter, and start a new round of ferments. After that, he’ll go for a walk with my mom, so I’ll call him on Monday. No, Monday I have tango, I’ll call him back on Tuesday instead.
I try calling my aunt, but she picks up only to tell me she’s with friends. She asks if can we talk later. I tell her no, that later Gyan and I are meeting up with friends, better on Monday. No, sorry, Tuesday. I mean Wednesday. Definitely Wednesday.
After tidying up the house and vacuuming up dog hair equaling two Nattos, I start getting ready to see friends. I get out of the shower and see a missed call from my brother. I call him back, and before I can ask if it’s urgent, he answers with the “hoooooooola” of someone who has absolutely nothing to do. Before he gets to the unstressed syllable of his greeting, I tell him no, I don’t have time to talk, that I have tango on Thursday, so it’s better if I call him on Friday.
They say that awareness is the first step towards solving a problem. May this serve as a record of said milestone. We’ll see how things go this coming Saturday.
¿Soy el único que se mareó leyendo el cuento? Me encanta como Natto es la única que no se marea en el entramado de llamadas. :)
Y Natto.